De Vedas, Budas y Ana Karenina
La etapa más feliz de mi vida fue, sin duda, mi infancia, hasta eso de los 10 años. Pasaba muchos fines de semana en la playa, leía muchísimo y soñaba despierta dibujando y viendo caricaturas, comiendo helado y galletas hasta casi el punto de la indigestión. Era feliz porque no sabía que lo era y soñaba con un futuro que, en mil y un sentidos, habría de ser mejor.
Yo no sé en qué momento tomé una mayor conciencia del mundo y realidad que me rodeaba. Asumo, fue en algún punto saliendo de la universidad y comenzando ya a trabajar y relacionarme con más modos, lugares y personas distintas… y empecé, sobre todo, a tomar conciencia que las cosas que quería/soñaba no se me iban a dar tan fáciles.
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(CONTINÚA)
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