Cuatro por cuatro (no, no vengo a hablar de matemáticas…)

km   – La gente tiene una esencia a la que no escapa. Y no cambia a menos que tenga un motivo fortísimo para hacerlo. Tú no puedes intentar salvar a nadie. Puedes mostrarle pistas, pero la gente tiene que encontrar sola su propio camino. La revolución debe ocurrir de adentro hacia fuera (no al revés). – Las personas necesitamos emoción en nuestra vida, sobre todo cuando somos jóvenes… pero esa necesidad de sentir emoción constante puede nublar nuestra sensatez y arrastrarnos hacia caminos que no queremos recorrer. – Mucho en la vida es cíclico… Lo que tú vives probablemente ya lo vivió alguien más, aunque claro, a su manera. A lo que yo voy es que los sentimientos y emociones son los mismos. – Al final de tanta cosa, cuando tocas fondo, muchas veces lo que realmente deseas es encontrar paz. La paz, creo yo, se encuentra tanto en el equilibrio y reconciliación con quienes somos como en una actitud menos egoísta hacia quienes tenemos al lado. – El problema es que también nos cansamos de esa paz que hemos logrado. Repetimos ese ciclo de búsqueda de emociones y otra vez caemos al charco… No digo que no debamos emocionarnos, pero sí ser conscientes del peligro de dejarnos arrastrar. – Hay veces que, aún cuando queremos vivir en paz, hay otros que no nos dejan… Ante esas situaciones que uno no puede controlar, yo diría que lo que queda es fortalecer tanto el espíritu que lo que te haga el otro no te afecte. Esto es re-difícil, pero sólo en la medida en que seas interiormente muy fuerte, nada podrá afectarte (y si lo hace, porque al fin y al cabo somos humanos, te recuperarás más rápido). – Sí creo que el amor es la respuesta, pero debe ser un amor recíproco, que no mate a quien tengo al lado ni me mate a mí. Hacer algo por el otro (serle fiel, acompañarlo en sus peores momentos, etc) debe proporcionarte verdadera alegría no ser para ti un «compromiso que cumplir». En la medida que esto se logre vas a ser realmente feliz.